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viernes, 16 de febrero de 2018

SAN ESTANISLAO KOSTKA A LA LUZ DE LOS DOCUMENTOS DEL ARCHIVO ROMANO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

Firma de San Estanislao en su ingreso en el Noviciado.


San Pedro Canisio manda a Roma a San Estanislao de Kostka
con una carta de recomendación dirigida al Padre General,
San Francisco de Borja,
en la que encontramos las palabras
nos de illo praeclara speramus
(“de él nos esperamos grandes cosas”),
que llegaron a ser famosas y citadas a menudo
en las narraciones sobre Kostka.

La vida de San Estanislao Kostka (1550 -1568), es suficientemente conocida y, ciertamente, no falta literatura en varias lenguas para quien quiera familiarizarse con la historia del joven santo. Por eso, tal vez no sea necesario recordarla de nuevo con ocasión del presente 450º aniversario de su muerte, aunque es verdad que, actualmente, este santo es recordado un poco menos que en el pasado. Este artículo quiere ofrecer una modesta contribución al conocimiento de San Estanislao, mediante la presentación de algunos documentos referidos al santo y pertenecientes al Archivo Romano de la Compañía de Jesús. Algunos de estos documentos son conocidos y hasta han sido publicados; otros han vivido las vicisitudes que confirman el dicho latino Habent sua fata libelli, (los libros tienen su destino), y casi todos se refieren a la entrada del joven Kostka en el noviciado.

Nacido en el 1550 en la propiedad familiar de los Rostków, al norte de Varsovia, en una importante familia de la nobleza polaca, a la edad de catorce años, Estanislao es mandado a Viena, junto con el hermano mayor Pablo y un preceptor, para estudiar en el colegio de los jesuitas. Así, de 1564 a 1567, permanece en la capital austríaca dedicándose al estudio, avanzando en la vida espiritual y cultivando el deseo, cada vez más fuerte, de entrar en la Compañía.

Puesto que su padre era completamente contrario a ese proyecto, los jesuitas vienenses aconsejaron a Estanislao que buscara más lejos, porque ellos no iban a osar admitirlo en tales circunstancias. Deja Viena en secreto y, en el verano del 1567, llega a Dillingen, en Baviera. Su rocambolesca fuga, incluido el cambio de vestidos para poderse esconder mejor de su hermano que lo seguía para detenerlo, se convertirá luego en uno de los temas predilectos de la hagiografía del santo.

En la ciudad bávara el fugitivo es recibido por San Pedro Canisio, por aquel tiempo Provincial de los jesuitas alemanes. Para ver si su deseo de la vida religiosa era serio, Estanislao es mandado por San Pedro Canisio a hacer los trabajos humildes en el colegio durante algunas semanas. Obviamente esto supuso una fuerte prueba para un joven procedente de una familia noble. El candidato superó la prueba de manera más que satisfactoria, ya que, a finales de septiembre de aquel año, San Pedro Canisio lo envió a Roma con una carta de recomendación dirigida al Padre General San Francisco de Borja, en la que encontramos las palabras nos de illo praeclara speramus (“de él nos esperamos grandes cosas”), que llegaron a ser famosas y, a menudo, citadas en las narraciones sobre Kostka.


Esta carta, (llamada por algunos “carta de los tres santos”), escrita en Munich por el mismo San Pedro Canisio, el 25 de septiembre de 1567, se conserva hoy en el archivo de la Curia General. Una nota de 1986, del archivero P. Edmond Lamalle, testimonia que el documento había sido felizmente descubierto por él después de un largo tiempo en el que se había perdido su rastro. Así, además de la copia de la carta, expuesta en las Camaretas de San Andrés del Quirinal, también tenemos el precioso original.

Con esta carta, en 1567, Estanislao viajó a pie desde Alemania a Roma, junto con otros dos jóvenes jesuitas que habían sido destinados por razones de estudio. Una vez llegado a la Ciudad Eterna es recibido por el General Borja. El noviciado romano no estaba todavía ubicado en el Quirinal y Estanislao será uno de los primeros inquilinos nuevos de la casa de San Andrés. Por eso, las primeras semanas las pasa entre la Casa Profesa y el Colegio Romano. Ambas instituciones tenían entonces un aspecto bien diferente del que hoy conocemos, pues no existían aún ni la iglesia del Gesù ni la casa tal como son actualmente, mientras que el Colegio tenía otra dirección y no estaba ubicado en el imponente edificio que hoy vemos en la plaza homónima.

La entrada de Estanislao en el noviciado está ilustrada por otros dos documentos que merece la pena recordar en este momento. Ambos contienen la firma autógrafa del santo y testimonian el hecho de que también él tuvo que someterse al examen de admisión, como todos los candidatos que piden entrar en la Compañía. No se trata de un examen en sentido académico, sino de un coloquio durante el que se valora la solicitud de admisión y se verifica la ausencia de impedimentos.

El primer documento es interesante porque lleva la fecha el 27 de octubre de 1567, escrita por el mismo Estanislao. Se trata de una declaración donde él dice que está dispuesto a someterse a tal examen, firmando con su nombre:  humillimus famulus Stanislaus Kostka.
El documento no llegó a nuestro archivo hasta noviembre de 2009, como regalo del Colegio Teutónico de Roma, dónde se conservaba por razones no fáciles de explicar; quizás como consecuencia de las tristes vicisitudes que la Compañía conoció a partir de finales del siglo XVIII. En el pasado el Colegio Teutónico de Roma había sido propiedad de los jesuitas, como lo atestigua la nota del P. Domenico Franceschini, Provincial de la Provincia Romana, que en 1752 certificó la autenticidad del escrito confirmándolo con su sello.

El segundo documento es la anotación en el libro de los novicios, lo que confirma el examen sustentado por Estanislao en el momento de su ingreso en la casa de probación, el 28 de octubre de 1567.  También este documento lleva su firma autógrafa. El escrito tiene poca información sobre él o sobre su familia; no provee elementos nuevos respecto a lo que ya se sabía, aunque, el valor de prueba, de recuerdo y de reliquia hace de él un documento precioso.

Estanislao es por tanto aceptado como novicio de la Compañía en Roma y, por fin, puede seguir su vocación tan deseada desde hacía tiempo. Lo hace con todo el entusiasmo, fácilmente imaginable, de sus dieciocho años, dedicándose durante los meses siguientes a la formación religiosa ofrecida a los futuros jesuitas. Desafortunadamente, en el verano de 1568, el novicio Estanislao es atacado por la malaria y, después de un breve período de enfermedad, muere en la noche del 14 al 15 de agosto en la casa de San Andrés del Quirinal; donde también fue enterrado.

Los jesuitas se ocuparon pronto de escribir su vida, empezando así una literatura que irá a la par con la fama de santidad de la que Estanislao gozó enseguida.

En el 1605, el Papa Pablo V confirmó su culto público permitiendo así algunos actos en la iglesia aneja al noviciado. Este permiso pontificio fue luego reconocido como equivalente a una beatificación. En este sentido, Estanislao sería, junto con Luis Gonzaga, el primer jesuita en haber sido elevado a la gloria de los altares. El propio fundador de la Compañía de Jesús, San Ignacio de Loyola, ¡no será beatificado hasta 1609! Hará falta, pues, esperar más tiempo para su canonización que ocurriría solamente en 1726, por obra de Benedicto XIII.

En su país de origen, Estanislao fue conocido y venerado enseguida. Ya en el siglo XVII, los polacos lo consideraron un patrón importante al que dirigirse en difíciles circunstancias bélicas, ya que en aquella época las guerras no faltaban. El grabado reproducido aquí testimonia la devoción y la fe en su intercesión.

Sucesivamente San Estanislao de Kostka será venerado también como patrón de la juventud, mientras que, en la Compañía de Jesús, es considerado el patrón de los novicios.

Los documentos del archivo aquí presentados, nos acercan el testimonio de su breve vida que, sin embargo, fue suficientemente larga para dar razón a la esperanza expresada, en 1567, por San Pedro Canisio. San Estanislao ha obrado ciertamente “grandes cosas”, aunque de modo diferente al que probablemente tenía en mente el “Apóstol de Alemania”, cuando escribía al General para encomendarle al prometedor candidato.

Robert Danieluk, S.J.
Traducción: Juan Ignacio García Velasco, S.J.



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