"LA IGLESIA HA QUEDADO 200 AÑOS
ATRÁS." "¿POR QUÉ NO SE
SACUDE, POR QUÉ TENEMOS MIEDO?"
El
Padre Georg Sporschill, compañero jesuita que lo entrevistó en “Conversaciones
nocturnas en Jerusalén”, y Federica Radice Fossati entrevistaron a Martini el 8
de agosto: "Una especie de testamento espiritual. El cardenal Martini leyó
y aprobó el texto."
¿Cómo
ve usted la situación de la Iglesia?
"La Iglesia está cansada,
en la Europa del bienestar y en América. Nuestra cultura está envejecida, nuestras
iglesias son grandes, nuestras casas religiosas están vacías y el aparato
burocrático de la Iglesia aumenta, nuestros rituales y nuestros hábitos son
pomposos. ¿Expresan estas cosas lo que nosotros somos hoy? (...) El bienestar
pesa. Nos encontramos ahí como el joven
rico que se marchó triste cuando Jesús lo llamó para hacerse su discípulo. Sé que
no podemos dejar todo con facilidad. Al menos podríamos buscar a hombres que fuesen
libres y más cercanos al prójimo. Como lo fueron el obispo Romero y los
mártires jesuitas de El Salvador. ¿Dónde están entre nosotros los héroes en los
que inspirarnos? Por ninguna razón tenemos que limitarlos con los vínculos de
la institución."
¿Quién
puede ayudar hoy la Iglesia?
"El Padre Karl Rahner usaba
de buena gana la imagen del ascua que se esconde bajo la ceniza. Yo veo en la
Iglesia de hoy tanta ceniza sobre las brasas que, a menudo, me ataca un sentido
de impotencia. ¿Cómo se puede liberar el ascua de la ceniza de modo que se
fortalezca la llama del amor? En primer
lugar tenemos que buscar estas brasas. ¿Dónde están las personas individuales llenas
de generosidad como el buen samaritano, que
tengan fe como el centurión romano, que sean entusiastas como Juan
Bautista, que sean osadas como un nuevo Pablo, que sean fieles como María
Magdalena? Yo aconsejo al Papa y los
obispos buscar doce personas fuera de las reglas para los puestos de dirección.
Hombres que estén cercanos a los más pobres, que estén rodeados de jóvenes y
que experimenten cosas nuevas. Necesitamos la confrontación con hombres que
ardan de tal modo que el espíritu pueda difundirse por todas partes."
¿Qué
instrumentos aconseja contra el cansancio de la Iglesia?
“Aconsejo tres muy fuertes. El primero
es la conversión: la Iglesia tiene que reconocer los propios errores y tiene
que recorrer un camino radical de cambio, empezando por Papa y por los obispos.
Los escándalos de la pedofilia nos empujan a emprender un camino de conversión.
Las preguntas sobre la sexualidad y sobre todos los temas que implican el
cuerpo son un ejemplo de ello. Éstas son importantes para cada uno y a veces
quizás son incluso demasiado importantes. Tenemos que preguntarnos si la gente
todavía escucha los consejos de la Iglesia en materia sexual. ¿Es la Iglesia aún
en este campo una autoridad de referencia o sólo una caricatura en los medios
de comunicación?
El segundo es la Palabra de
Dios. El Concilio Vaticano II ha devuelto la Biblia a los católicos. (...) Sólo
quién percibe en su corazón esta Palabra puede formar parte de aquellos que ayudarán
a la renovación de la Iglesia y sabrán contestar a las preguntas personales con
una justa elección. La Palabra de Dios es simple y busca como compañero un
corazón que la escuche. (…) Ni el clero ni el Derecho eclesial pueden
sustituirse a la interioridad del hombre. Todas las reglas externas, las leyes,
los dogmas se nos son dados para aclarar la voz interior y para el
discernimiento de los espíritus.
¿Para qué son los sacramentos?
Éstos son el tercer instrumento de curación. Los sacramentos no son un
instrumento para la disciplina sino una ayuda para los hombres en los distintos
momentos del camino y en las debilidades de la vida. ¿Llevamos los sacramentos
a los hombres que necesitan una nueva fuerza? Yo pienso en todos los divorciados
y a las parejas casadas, en las familias ampliadas. Éstas necesitan una
protección especial. La Iglesia sustenta la indisolubilidad del matrimonio. Es
una gracia cuando un matrimonio y una familia se logran. (…) La actitud que tengamos
hacia las familias ampliadas determinará el acercamiento a la Iglesia de la
generación de los hijos. Una mujer ha sido abandonada por el marido y encuentra
a un nuevo compañero que se ocupa de ella y de sus tres hijos. El segundo amor se
logra. Si se discrimina a esta familia, no sólo la madre es rechazada sino
también sus hijos. Si los padres se sienten extraños a la Iglesia o no sienten su
sostén, la Iglesia perderá la generación futura. Antes de la Comunión nosotros
rezamos: "Señor, no soy digno...”
Sabemos que no somos dignos. (…) El amor es gracia. El amor es un regalo. La
pregunta de si los divorciados pueden recibir la Comunión debería invertirse. ¿Cómo
puede llegar la Iglesia a ayudar con la fuerza de los sacramentos a quienes
tienen situaciones familiares complejas?"
¿Usted
qué hace personalmente?
"La Iglesia ha quedado 200
años atrás. ¿Por qué no se sacude? ¿Tenemos miedo? ¿Miedo en lugar de ánimo? En
todo caso la fe es el fundamento de la Iglesia. La fe, la confianza, el ánimo.
Yo soy viejo, estoy enfermo y dependo de la ayuda de los otros. Las personas
buenas alrededor mío me hacen sentir el
amor. Este amor es más fuerte que el sentimiento de desconfianza que de vez en
cuando percibo respecto a la Iglesia en Europa. Sólo el amor vence el cansancio.
Dios es Amor. Yo todavía tengo una pregunta para ti: ¿qué puedes hacer tú por
la Iglesia?."
Georg Sporschill SJ, Federica Radice Fossati
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