Firma de San Estanislao en su ingreso en el Noviciado. |
San Pedro Canisio manda a Roma a San
Estanislao de Kostka
con una carta de recomendación dirigida
al Padre General,
San Francisco de Borja,
en la que encontramos las palabras
nos
de illo praeclara speramus
(“de él nos esperamos grandes cosas”),
que llegaron a ser famosas y citadas a
menudo
en las narraciones sobre Kostka.
La
vida de San Estanislao Kostka (1550 -1568), es suficientemente conocida y,
ciertamente, no falta literatura en varias lenguas para quien quiera familiarizarse
con la historia del joven santo. Por eso, tal vez no sea necesario recordarla
de nuevo con ocasión del presente 450º aniversario de su muerte, aunque es
verdad que, actualmente, este santo es recordado un poco menos que en el
pasado. Este artículo quiere ofrecer una modesta contribución al conocimiento
de San Estanislao, mediante la presentación de algunos documentos referidos al
santo y pertenecientes al Archivo Romano de la Compañía de Jesús. Algunos de
estos documentos son conocidos y hasta han sido publicados; otros han vivido las
vicisitudes que confirman el dicho latino Habent
sua fata libelli, (los libros tienen su destino), y casi todos se refieren
a la entrada del joven Kostka en el noviciado.
Nacido
en el 1550 en la propiedad familiar de los Rostków, al norte de Varsovia, en
una importante familia de la nobleza polaca, a la edad de catorce años,
Estanislao es mandado a Viena, junto con el hermano mayor Pablo y un preceptor,
para estudiar en el colegio de los jesuitas. Así, de 1564 a 1567, permanece en
la capital austríaca dedicándose al estudio, avanzando en la vida espiritual y
cultivando el deseo, cada vez más fuerte, de entrar en la Compañía.
Puesto
que su padre era completamente contrario a ese proyecto, los jesuitas vienenses
aconsejaron a Estanislao que buscara más lejos, porque ellos no iban a osar admitirlo
en tales circunstancias. Deja Viena en secreto y, en el verano del 1567, llega a
Dillingen, en Baviera. Su rocambolesca fuga, incluido el cambio de vestidos
para poderse esconder mejor de su hermano que lo seguía para detenerlo, se
convertirá luego en uno de los temas predilectos de la hagiografía del santo.
En
la ciudad bávara el fugitivo es recibido por San Pedro Canisio, por aquel
tiempo Provincial de los jesuitas alemanes. Para ver si su deseo de la vida
religiosa era serio, Estanislao es mandado por San Pedro Canisio a hacer los
trabajos humildes en el colegio durante algunas semanas. Obviamente esto supuso
una fuerte prueba para un joven procedente de una familia noble. El candidato
superó la prueba de manera más que satisfactoria, ya que, a finales de
septiembre de aquel año, San Pedro Canisio lo envió a Roma con una carta de
recomendación dirigida al Padre General San Francisco de Borja, en la que
encontramos las palabras nos de illo
praeclara speramus (“de él nos esperamos grandes cosas”), que llegaron a
ser famosas y, a menudo, citadas en las narraciones sobre Kostka.
Esta
carta, (llamada por algunos “carta de los tres santos”), escrita en Munich por
el mismo San Pedro Canisio, el 25 de septiembre de 1567, se conserva hoy en el
archivo de la Curia General. Una nota de 1986, del archivero P. Edmond Lamalle,
testimonia que el documento había sido felizmente descubierto por él después de
un largo tiempo en el que se había perdido su rastro. Así, además de la copia
de la carta, expuesta en las Camaretas de San Andrés del Quirinal, también
tenemos el precioso original.
Con
esta carta, en 1567, Estanislao viajó a pie desde Alemania a Roma, junto con otros
dos jóvenes jesuitas que habían sido destinados por razones de estudio. Una vez
llegado a la Ciudad Eterna es recibido por el General Borja. El noviciado
romano no estaba todavía ubicado en el Quirinal y Estanislao será uno de los
primeros inquilinos nuevos de la casa de San Andrés. Por eso, las primeras
semanas las pasa entre la Casa Profesa y el Colegio Romano. Ambas instituciones
tenían entonces un aspecto bien diferente del que hoy conocemos, pues no existían
aún ni la iglesia del Gesù ni la casa
tal como son actualmente, mientras que el Colegio tenía otra dirección y no estaba
ubicado en el imponente edificio que hoy vemos en la plaza homónima.
La
entrada de Estanislao en el noviciado está ilustrada por otros dos documentos
que merece la pena recordar en este momento. Ambos contienen la firma autógrafa
del santo y testimonian el hecho de que también él tuvo que someterse al examen
de admisión, como todos los candidatos que piden entrar en la Compañía. No se
trata de un examen en sentido académico, sino de un coloquio durante el que se
valora la solicitud de admisión y se verifica la ausencia de impedimentos.
El
primer documento es interesante porque lleva la fecha el 27 de octubre de 1567,
escrita por el mismo Estanislao. Se trata de una declaración donde él dice que
está dispuesto a someterse a tal examen, firmando con su nombre: humillimus
famulus Stanislaus Kostka.
El
documento no llegó a nuestro archivo hasta noviembre de 2009, como regalo del
Colegio Teutónico de Roma, dónde se conservaba por razones no fáciles de explicar;
quizás como consecuencia de las tristes vicisitudes que la Compañía conoció a
partir de finales del siglo XVIII. En el pasado el Colegio Teutónico de Roma había
sido propiedad de los jesuitas, como lo atestigua la nota del P. Domenico
Franceschini, Provincial de la Provincia Romana, que en 1752 certificó la
autenticidad del escrito confirmándolo con su sello.
El
segundo documento es la anotación en el libro de los novicios, lo que confirma
el examen sustentado por Estanislao en el momento de su ingreso en la casa de
probación, el 28 de octubre de 1567.
También este documento lleva su firma autógrafa. El escrito tiene poca información
sobre él o sobre su familia; no provee elementos nuevos respecto a lo que ya se
sabía, aunque, el valor de prueba, de recuerdo y de reliquia hace de él un
documento precioso.
Estanislao
es por tanto aceptado como novicio de la Compañía en Roma y, por fin, puede
seguir su vocación tan deseada desde hacía tiempo. Lo hace con todo el
entusiasmo, fácilmente imaginable, de sus dieciocho años, dedicándose durante
los meses siguientes a la formación religiosa ofrecida a los futuros jesuitas.
Desafortunadamente, en el verano de 1568, el novicio Estanislao es atacado por
la malaria y, después de un breve período de enfermedad, muere en la noche del 14
al 15 de agosto en la casa de San Andrés del Quirinal; donde también fue enterrado.
Los
jesuitas se ocuparon pronto de escribir su vida, empezando así una literatura
que irá a la par con la fama de santidad de la que Estanislao gozó enseguida.
En
el 1605, el Papa Pablo V confirmó su culto público permitiendo así algunos
actos en la iglesia aneja al noviciado. Este permiso pontificio fue luego reconocido
como equivalente a una beatificación. En este sentido, Estanislao sería, junto
con Luis Gonzaga, el primer jesuita en haber sido elevado a la gloria de los
altares. El propio fundador de la Compañía de Jesús, San Ignacio de Loyola, ¡no
será beatificado hasta 1609! Hará falta, pues, esperar más tiempo para su
canonización que ocurriría solamente en 1726, por obra de Benedicto XIII.
En
su país de origen, Estanislao fue conocido y venerado enseguida. Ya en el siglo
XVII, los polacos lo consideraron un patrón importante al que dirigirse en
difíciles circunstancias bélicas, ya que en aquella época las guerras no faltaban.
El grabado reproducido aquí testimonia la devoción y la fe en su intercesión.
Sucesivamente
San Estanislao de Kostka será venerado también como patrón de la juventud,
mientras que, en la Compañía de Jesús, es considerado el patrón de los
novicios.
Los
documentos del archivo aquí presentados, nos acercan el testimonio de su breve
vida que, sin embargo, fue suficientemente larga para dar razón a la esperanza
expresada, en 1567, por San Pedro Canisio. San Estanislao ha obrado ciertamente
“grandes cosas”, aunque de modo diferente al que probablemente tenía en mente el
“Apóstol de Alemania”, cuando escribía al General para encomendarle al
prometedor candidato.
Robert Danieluk, S.J.
Traducción: Juan Ignacio García Velasco, S.J.
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