Nos acercamos
al final del año litúrgico, y pronto nos despediremos del evangelista Marcos para
comenzar, de la mano de Lucas, nuestra preparación para la Navidad. Pero antes,
Marcos nos propone una última reflexión, quizás incómoda, pero necesaria.
En estos
tiempos en que todos estamos concentrados en sobrevivir día a día, nuestra
Iglesia nos exhorta a elevar la mirada, a trascender una visión limitada y
egocéntrica de nuestra existencia.
La Palabra de
Dios hoy nos interpela nos invita a mirar más allá, con ojos nuevos y hacia
horizontes más amplios.
Una Iglesia en Crisis
La comunidad
a la que Marcos dirigía su evangelio atravesaba momentos difíciles. Corría la
década de los 60 del siglo I, y contemplar aquella época nos ayuda a comprender
mejor el mensaje de este domingo.
Permitidme que os recuerde algunos acontecimientos de aquel tiempo:
Para aquellos
primeros cristianos, como para muchos hoy, estos signos parecían anunciar el
fin de los tiempos. El gran Imperio Romano se tambaleaba, como hoy parece
tambalearse nuestro mundo. Los estudiosos de las Escrituras nos dicen que
Marcos posiblemente añadió el capítulo 13 de su evangelio precisamente para
fortalecer la fe de los discípulos en aquellos momentos críticos.
El lenguaje
empleado es el propio de la época de Jesús: rico en símbolos y metáforas que
debemos interpretar con sabiduría. No es un mensaje de temor, sino de
esperanza: cuando dice que caerán las estrellas, se refiere a los falsos dioses
paganos. La pequeña grey de Cristo está bajo la protección de su Señor, el Buen
Pastor.
¿Qué nos deparará el mañana? ¿Cuál será el final de la Historia? Algunas interpretaciones medievales y ciertas películas modernas nos presentan el fin del mundo como un espectáculo de destrucción y terror: como un delirio de llamas y destrucción, como un juicio final hecho de calima y de miedo. Pero nuestra fe nos enseña algo muy distinto: creemos que Cristo, glorioso junto al Padre, volverá para completar su Reino. Mientras tanto -y aquí está nuestro compromiso- nuestro simpático Dios nos ha confiado esta frágil Iglesia, con la tarea de hacer crecer su Reino en esta tierra.