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sábado, 5 de agosto de 2023

TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR (Domingo, 6 de agosto)

Primera Lectura: Dan 7, 9-10.13-14
Salmo Responsorial: Salmo 96
Segunda Lectura: 2 Pe 1, 16-19
Evangelio: Mt 17, 1-9

 

Mundos horribles

Vivimos mundos horribles. Con vidas vacías y también al rojo vivo, unas rabiosas y otras desalentadas.

Vivimos en un Occidente sin sentido de la medida y de la proporción, que ha perdido el sentido de la historia y de su origen cristiano, que se deja invadir por cualquier moda, viviendo una idea de belleza decidida e impuesta por otros, aplicando un estilo o etiquetas, marcando tendencia.

Y todo ello vivido con prisas, corriendo y mendigando una atención, un cumplido, un juicio que certifique nuestra existencia en el espacio abarrotado de un planeta en explosión.

Estamos dispuestos a dejarnos cortar en pedazos para gustar y caer bien. Nos imponernos esfuerzos sobrehumanos y dietas draconianas para conseguir un “me gusta” en nuestros perfiles sociales.

Vivimos confundidos: Hemos confundido el lujo con la belleza; el aplauso con la gracia; el exceso con la armonía. Y, a la vez, anhelamos – menos mal - lo que es bello, grande y bueno.

Nos conformamos con lo que me agrada a mí y a los demás, con lo que todo el mundo piensa, lo que está de moda, con lo que me es útil y me sirve.

Es, por tanto, un regalo de Dios que, en pleno verano, este domingo coincida con la fiesta de la Transfiguración.

No sé si será una ironía del destino, pero un seis de agosto estallaba la bomba atómica sobre Hiroshima, un seis de agosto el Señor llamaba a sí al alma inquieta del Papa San Pablo VI, frágil y poderoso buscador de Dios…

Colinas

Nos dice el Evangelio que Jesús y sus amigos suben a una alta montaña. En realidad, era una colina, pero el amor lo hace todo inmenso.

Y allí, señala Mateo, Jesús se transfigura. Revela su naturaleza profunda, su verdadera identidad.

No se quita el traje barato bajo el que se esconde un Supermán, no. Es la mirada de los discípulos la que cambia.

Porque la belleza, como el enamoramiento, como la fe, reside sobre todo en la mirada. Cuando estoy enamorado, encuentro a la amada o al amado como los más bellos de todos. Cuando amo un deporte estoy dispuesto a sudar y esforzarme para practicarlo. Cuando consigo dirigir mi mente hacia mis emociones, puedo captar la deslumbrante belleza de un paisaje.

Muchas cosas contribuyen a la belleza. Una de ellas, ciertamente, es la mirada interior que nos hace capaces de captar la verdad, la armonía, la plenitud en un objeto, en un paisaje, o en una persona.

Con la mirada interior podemos estar con Jesús toda la vida, y atenderle, creerle, y seguirle.

Pero mientras nuestra mirada interior no se rinda a la belleza, nunca quedaremos definitivamente marcados por ella. Ocurre como en el Sinaí, cuando Dios se manifiesta a Moisés en toda su gloria con las nubes, los relámpagos, la voz, la sombra, el miedo. Un miedo que proviene de la intensidad de la belleza, de lo insoportable que puede parecer la visión interior. Moisés y Elías conversan con Jesús: la Ley y los Profetas se inclinan ante quien es el revelador del Padre. Y Pedro está sobrecogido porque la belleza ha llenado su corazón.

Belleza

Necesitamos urgente y absolutamente recuperar el sentido de la belleza en nuestras vidas. La belleza resulta ser una fuerza extraordinaria que nos atrae hacia Dios, que en sí mismo es armonía, plenitud, verdad.

Muchas veces, a quienes me preguntan por alguna razón de la fe, les digo que es hermoso creer.

Creer es hermoso y revela, en mí y en los demás, la belleza íntima y oculta que une a las personas, a los acontecimientos y las emociones. Cuántos hombres y mujeres en la historia se han acercado a la fe porque se sintieron atraídos por la belleza de Cristo, por su humanidad sin par, por su profunda ternura, por su asombrosa madurez.

Hasta que no lleguemos a creer gracias a la belleza que nos envuelve, siempre nos faltará una pieza por encajar en el gran puzle de la fe cristiana.

Sí, así es: es bueno estar aquí, Señor, es bueno ser tus discípulos. Tanto que los apóstoles, después de bajar del Tabor, van a ser capaces de subir a otra colina, la del Gólgota. Allí su fe será cimentada, sembrada y purificada. Después, experimentarán la belleza.

Sólo la experiencia de la gloria de Dios nos permite afrontar el dolor.

Sin implicación emocional, sin belleza real, sin entusiasmo, es difícil ser creyente y, sobre todo, es difícil seguir siendo cristiano.

Por eso, nuestro mundo necesita belleza, necesita armonía. En el caos del exceso en que vivimos (que de belleza tiene sólo la apariencia, y que a menudo esconde el vacío y la nada) nuestro mundo puede aprender del cristianismo la belleza de la fe, de la oración y del silencio, del gesto de amor hacia el hermano.

El camino de la belleza

Para mucha gente es aburrido creer. Sin duda tienen razón; es inmensamente aburrido. Pero el Evangelio de hoy nos dice, por el contrario, que creer puede ser espléndido.

Valdría la pena recuperar el sentido del asombro y de la belleza, escuchar la interioridad que nos lleva a lo alto, a la montaña o a la colina del Tabor, para fijar la mirada en Cristo.

Dar tiempo a nuestro interior, al alma, a la escucha, al silencio, al susurro del viento, al calor del sol sobre la piel, al olor del musgo o de la hierba segada, a los sonidos del bosque y del mar. A la presencia discreta y grandiosa de Dios en la naturaleza, en la que podemos encontrar la huella de su sonrisa silenciosa.

Dar tiempo a la oración intensa y verdadera; humilde y reverente; asombrada y abierta al misterio. Hagamos de nuestras celebraciones lugares de belleza: el silencio, el canto, la fe, el lugar donde rezamos, pueden devolver una pizca de belleza a nuestra vida cotidiana.

Hagamos de nuestras vidas profecías de bien y de armonía, listos a dar, a sonreír y a perdonar. Saquemos fuera todo lo bello que hay en nosotros. Soñemos y luchemos por la revolución de la belleza, por la conversión al amor como discípulos que somos de este hermoso Dios, al que estamos buscando. Creer es lo más hermoso que podemos experimentar en nuestra vida.

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