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domingo, 24 de marzo de 2013

DECLARACIÓN DEL P. GENERAL DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS



En nombre de la Compañía de Jesús doy gracias a Dios por la elección del nuevo Papa, Cardenal Jorge Mario Bergoglio S.J., que abre para la Iglesia una etapa llena de esperanza.

Todos los jesuitas acompañamos con la oración a este hermano nuestro y le agradecemos su generosidad para aceptar la responsabilidad de guiar la Iglesia en un momento crucial. El nombre de "Francisco" con que desde ahora le conocemos, nos evoca su espíritu evangélico de cercanía a los pobres, su identificación con el pueblo sencillo y su compromiso con la renovación de la Iglesia. Desde el primer momento en que se ha presentado ante pueblo de Dios ha dado testimonio de modo visible de su sencillez, su humildad, su experiencia pastoral y su profundidad espiritual.

"Es rasgo distintivo de nuestra Compañía ser un grupo de compañeros (...) unido con el Romano Pontífice con un vínculo especial de amor y servicio" (NC 2, n. 2). Por ello, compartimos la alegría de toda la Iglesia al tiempo que deseamos renovar nuestra disponibilidad para ser enviados a la viña del Señor, conforme al espíritu de nuestro voto especial de obediencia, que tan particularmente nos une con el Santo Padre (CG 35, D.1, 17).

P. Adolfo Nicolás S.J.
Superior General
Roma, 14 de marzo de 2013

CARTA DEL PAPA FRANCISCO AL PADRE GENERAL


Querido Padre Nicolás:

     Con sumo gozo, he recibido la amable carta que, con ocasión de mi elección a la Sede de San Pedro, ha tenido a bien enviarme, en nombre propio y de la Compañía de Jesús, y en la que me participa su oración por mi Persona y ministerio apostólico, así como su plena disposición para seguir sirviendo incondicionalmente a la Iglesia y al Vicario de Cristo, según el precepto de San Ignacio de Loyola.

     Le agradezco cordialmente esta muestra de aprecio y cercanía, a la que correspondo complacido, pidiendo al Señor que ilumine y acompañe a todos los Jesuitas, de modo que, fíeles al carisma recibido y tras las huellas de los santos de nuestra amada Orden, puedan ser con la acción pastoral, pero sobre todo con el testimonio de una vida enteramente entregada al servicio de la Iglesia, Esposa de Cristo, fermento evangélico en el mundo, buscando infatigablemente la gloria de Dios y el bien de las almas.

     Con estos sentimientos, ruego a todos los Jesuitas que recen por mí y me encomienden a la amorosa protección de la Virgen María, nuestra Madre del cielo, a la vez que, como prenda de abundantes favores divinos, les imparto con particular afecto la Bendición Apostólica, que hago extensiva a todas aquellas personas que cooperan con la Compañía de Jesús en sus actividades, se benefician de sus obras de bien y participan de su espiritualidad.

                                                                                   Francisco

Vaticano, 16 de marzo de 2013

lunes, 18 de marzo de 2013

LOS JESUITAS Y ESCUDO DEL PAPA FRANCISCO



La Compañía de Jesús en el escudo papal

P. Jean-Paul Hernández, jesuita italiano, autor de "El cuerpo del nombre. Los símbolos y el espíritu de la iglesia madre de los jesuitas", ed. Pardes 2010, Bolonia, y fundador de Piedras Vivas, describe el significado original del monograma sagrado (IHS) que figura en el escudo que el Papa Francisco eligió para su pontificado.

Las letras IHS son las iniciales de las palabras latinas "Jesús el Salvador de los hombres" (Iesus Hominum Salvator). Es una explicitación del sentido judío de "Ieshua" ("Dios salva"). Pero IHS son sobre todo las tres primeras letras del nombre en mayúsculas griego "Jesús" (IHSOUS). Este "monograma" de Jesús fue ampliamente difundido a finales de la Edad Media, en particular a través de la obra de San Bernardino de Siena. La encontramos también en el pleno siglo XVI en la Ginebra calvinista. San Ignacio y los primeros jesuitas lo adoptaron enseguida para destacar la relación especial con la persona de Jesús de la nueva orden religiosa, llamada "Compañía de Jesús ...". Ignacio no quería que sus compañeros fueran llamados "ignacianos" o "iñiguistas" sino "compañeros de Jesús". Es decir, aquellos que comparten el mismo pan (cum panis), la vida misma, con la persona concreta de Jesucristo.
Son muchas las cartas de San Ignacio encabezadas con este monograma. Y en la primera edición de sus Ejercicios Espirituales (1549) el santo elige como frontispicio el monograma inscrito en un sol, símbolo que contiene la coincidencia entre la invocación del Nombre y la iluminación. La cruz añadida sobre la letra H significa que el nombre de Jesús, su identidad, se manifiesta principalmente en la cruz. La cruz es el "nombre" de Jesús, "lo qué se puede decir acerca de Jesús." Esta coincidencia entre la cruz y el nombre ya estaba presente en los monogramas de  la tradición cristiana, que precedieron al IHS. [...] Esta forma estilizada de representar a Cristo como el "Nombre que forma una cruz" era una forma para los primeros cristianos de describir a Jesús como el "nombre" de Dios. La vida misma de Jesús (sobre todo su muerte y resurrección) "dice" quién es Dios, pronuncia físicamente el nombre que le fue revelado a Moisés.

EL ESCUDO Y EL LEMA DEL PAPA FRANCISCO

El escudo del Papa Francisco será básicamente el que tenía cuando era arzobispo. Se caracteriza por su simplicidad. Sobre un fondo azul, preside el emblema de la compañía de Jesus, de la que procede el Santo Padre: un sol radiante con las letras IHS -monograma de Jesucristo- que lleva encima una cruz y debajo los tres clavos en negro.
Más abajo, a la izquierda, se ve una estrella, que según la antigua tradición heráldica simboliza la Virgen María, Madre de Cristo y de la Iglesia. A la derecha, la flor de nardo, que indica a San José, patrón de la Iglesia universal. Poniendo en su escudo estos símbolos, el Papa ha querido expresar su devoción hacia la Virgen y San José.

El lema del Papa Francisco, “Miserando atque eligendo”, proviene de las homilías de San Beda el Venerable, quien, comentando el pasaje evangélico de la vocación de San Mateo, escribe: "Vidit ergo lesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me" (Jesús vió un publicano, y como lo miró con misericordia y lo eligió, le dijo: “Sígueme”). Así pues, se puede interpretar el sentido del lema como: “lo miró con misericordia y lo eligió”. Este pasaje posee una importancia especial para el Santo Padre, ya que fue precisamente en la fiesta de San Mateo del año 1953, cuando el joven Jorge Mario, que entonces tenía 17 años, experimentó de manera especial la presencia de Dios que lo llamaba a la vida religiosa.

ESPÍRITU PROFÉTICO Y UTOPÍA DEL VATICANO II


A los 50 años del Concilio Vaticano II, en el Año de la Fe proclamado por Benedicto XVI, con la esperanza abierta en la elección del Papa Francisco, es bueno rescatar la utopía y espíritu profético de estos Padres Conciliares.

Pacto suscrito pocos días antes de la finalización del Concilio Vaticano II por cuarenta Padres Conciliares encabezados por Dom Helder Camara, obispo de Olinda Recife en la eucaristía celebrada en la Catacumba de Santa Domitila, Roma.



“Nosotros, obispos, reunidos en el Concilio Vaticano II, conscientes de las deficiencias de nuestra vida de pobreza según el evangelio; motivados los unos por los otros en una iniciativa en la que cada uno de nosotros ha evitado el sobresalir y la presunción; unidos a todos nuestros hermanos en el episcopado; contando, sobre todo, con la gracia y la fuerza de nuestro Señor Jesucristo, con la oración de los fieles y de los sacerdotes de nuestras respectivas diócesis; poniéndonos con el pensamiento y con la oración ante la Trinidad, ante la Iglesia de Cristo y ante los sacerdotes y los fieles de nuestras diócesis, con humildad y con conciencia de nuestra flaqueza, pero también con toda la determinación y toda la fuerza que Dios nos quiere dar como gracia suya, nos comprometemos a lo que sigue: