La
Compañía de Jesús en el escudo papal
P.
Jean-Paul Hernández, jesuita italiano, autor de "El cuerpo del nombre. Los
símbolos y el espíritu de la iglesia madre de los jesuitas", ed. Pardes
2010, Bolonia, y fundador de Piedras Vivas, describe el significado original
del monograma sagrado (IHS) que figura en el escudo que el Papa Francisco
eligió para su pontificado.
Las letras IHS son las
iniciales de las palabras latinas "Jesús el Salvador de los hombres"
(Iesus Hominum Salvator). Es una explicitación del sentido judío de
"Ieshua" ("Dios salva"). Pero IHS son sobre todo las tres
primeras letras del nombre en mayúsculas griego "Jesús" (IHSOUS). Este
"monograma" de Jesús fue ampliamente difundido a finales de la Edad
Media, en particular a través de la obra de San Bernardino de Siena. La
encontramos también en el pleno siglo XVI en la Ginebra calvinista. San Ignacio
y los primeros jesuitas lo adoptaron enseguida para destacar la relación
especial con la persona de Jesús de la nueva orden religiosa, llamada
"Compañía de Jesús ...". Ignacio no quería que sus compañeros fueran
llamados "ignacianos" o "iñiguistas" sino "compañeros
de Jesús". Es decir, aquellos que comparten el mismo pan (cum panis), la
vida misma, con la persona concreta de Jesucristo.
Son muchas las cartas de San
Ignacio encabezadas con este monograma. Y en la primera edición de sus
Ejercicios Espirituales (1549) el santo elige como frontispicio el monograma inscrito
en un sol, símbolo que contiene la coincidencia entre la invocación del Nombre
y la iluminación. La cruz añadida sobre la letra H significa que el nombre de
Jesús, su identidad, se manifiesta principalmente en la cruz. La cruz es el
"nombre" de Jesús, "lo qué se puede decir acerca de Jesús."
Esta coincidencia entre la cruz y el nombre ya estaba presente en los
monogramas de la tradición cristiana,
que precedieron al IHS. [...] Esta forma estilizada de representar a Cristo
como el "Nombre que forma una cruz" era una forma para los primeros
cristianos de describir a Jesús como el "nombre" de Dios. La vida misma
de Jesús (sobre todo su muerte y resurrección) "dice" quién es Dios, pronuncia
físicamente el nombre que le fue revelado a Moisés.