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La Trinidad Misericordiosa |
Nos cuesta entender
Nos cuesta mucho entender quiénes somos, qué es la vida, cómo funciona el mundo. ¿Por qué no deberíamos entonces esforzarnos también en entender quién es Dios? Más aún: ¿por qué, en nombre de qué razón casi sádica, tendríamos que hacer el esfuerzo de entender la extravagante idea cristiana de un Dios que, siendo uno, también es Trino?
Yo creo que en la vida hay temas más serios que andar tras razonamientos teológicos complicados, llenos de palabras gastadas —y muchas veces ininteligibles— como “persona”, “engendrado”, “no creado”, “sustancia”. Seamos honestos: hay un verdadero riesgo de quedar atrapados en un ejercicio inútil y rebosante de retórica clerical.
El Dios demoníaco
Todos llevamos en el corazón una imagen de Dios. Y si somos sinceros, no siempre es una imagen bonita. Es una idea espontánea, inconsciente, cultural, moldeada por la educación recibida y, a veces, nutrida por una escucha distraída de alguna prédica torpe o por las píldoras simplistas del catecismo.
Es verdad: Dios existe. Pero muchas veces se nos aparece como incomprensible, excéntrico, inaccesible.
Decimos que Dios me ama, pero luego vemos a esa mujer que, tres días antes de casarse, descubre que tiene un tumor en fase avanzada… con apenas treinta años.
Decimos que es omnipotente, pero no impide que un niño sea vendido por tratantes para prostituirlo.
Dios, aparentemente, tiene muchas cosas que hacer, pero casi nunca hace lo que le pido… aunque sea para mi bien. Aun así, es mejor halagarlo, por si acaso. No sea que se le ocurra enviarme alguna desgracia.
Y claro, digámoslo todo: tal vez yo lo haría mejor que él. Tal vez sabría cómo arreglar algunos de los grandes problemas del mundo que, con descaro, resolvemos en las tertulias de café.
Seamos honestos: la idea de Dios que llevamos dentro es, como poco, terrible.
El Dios de Jesús
Hasta que llegó un profeta poderoso en palabras y obras. Uno que no estudió para cura, ni era un beato. Uno que, ya adulto, se metió a rabino: Jesús, carpintero de Nazaret, hijo de José.