1814-2014
El 7 de agosto de 2014 se cumplirán 200 años de la Restauración de la Compañía de Jesús. La historia es la siguiente:
Durante
la segunda mitad del siglo XVIII los jesuitas de varios países europeos son
acosados en su vida y trabajo, hasta el punto de ser expulsados de sus tierras.
Entre otros sitios, de Portugal en 1759, de Francia en 1764 y de España en
1767. De nuestro país y sus colonias son en total unos 5.000.
¿Motivos?
Aunque no se aducen causas formales, en España el rey Carlos III justifica esta
medida para tener paz en sus territorios. Se les critica y acusa de obedecer a
una autoridad extranjera -Roma-.
O
de defender ciertas doctrinas morales y pastorales que afectan al
comportamiento de los ciudadanos y a la política, de instigar al pueblo contra
los reyes, de oponerse al Tratado de Límites, de fundar estados independientes
en América -como las Reducciones del Paraguay-, de enriquecerse con el comercio
de las Indias o de ostentar demasiado poder y prepotencia gracias a sus
colegios y otros medios de influencia social y política. Pero, aun así, ellos
no llegan a prever las consecuencias de estas amenazas que estaban en el
ambiente antes de ser desterrados.
El
caso es que, al ser suprimidos en España, y expulsados de ella, pierden todos
sus bienes.
Cada
uno pasa a recibir una mínima pensión del Estado. Desde varios puertos de
España y de América, embarcan hacia el Mediterráneo en las que serán durante un
año y medio sus "residencias flotantes"..., porque, con frecuencia, a
sus naves se les impedía tomar tierra, dados los conflictos políticos entre los
países e incluso con el mismo papado y los Estados Pontificios. No todos los jesuitas
sobreviven a la travesía. Uno de los más activos será considerado santo más
tarde por la Iglesia: José Pignatelli (Zaragoza, 1737 - Roma, 1811). Fue un
gran consuelo y ayuda para los demás, asumiendo muchas responsabilidades y
decisiones del viaje, exilio, supervivencia y preparación de la restauración
definitiva. Apoyó en lo que pudo el estudio, la formación y la dedicación a la
investigación y a la cultura de sus compañeros.
Más
duro todavía para la Compañía de Jesús fue ser suprimida en 1773 por el papa
Clemente XIV, cediendo a las presiones de las potencias católicas y de algunos
obispos. Hasta ese año, en el mundo había unos 23,000 jesuitas, dirigiendo unos
700 colegios. Pero la Compañía no desapareció del todo. En una parte de la
Europa oriental, paradójicamente, dos gobernantes no católicos, Federico II de
Prusia y la zarina Catalina II de Rusia, se negaron a prescindir de la
formación que los jesuitas impartían en sus tierras. Pudieron seguir trabajando
durante varios años con total libertad. Incluso otros jesuitas llegan hasta
allá desde lugares donde habían sido suprimidos. En 1800 eran 214.
Pasarán
más de 40 años hasta que el papa Pío VII restaure la Compañía el 7 de agosto de
1814. Entonces quedaban 150 jesuitas en Roma y unos 600 en el resto del mundo.
Este acontecimiento supone su vuelta, reaparición, resurgimiento, renacimiento,
resurrección... En 1820 ya serán unos 1.300 jesuitas en todo el mundo (de
ellos, unos 480 estudiantes), y 400 en España.
En
nuestro país, muchas ciudades reclaman su vuelta, deseosas de que contribuyan,
por ejemplo, a mejorar la enseñanza. Lo harán definitivamente 120 jesuitas a
partir del 29 de mayo de 1815 con el rey Fernando VII, quien critica entonces
las "calumnias, ridiculeces y chismes para desacreditar a la Compañía de
Jesús, disolverla y perseguir a sus inocentes individuos".
HOY,
200 AÑOS DESPUÉS los jesuitas deseamos “aprender
de las luces y sombras de nuestro pasado con el fin de percibir con mayor
claridad y entregarnos con más generosidad a lo que el Señor pide de nosotros
en el momento presente” (Adolfo Nicolás, Superior General de la Compañía de
Jesús). En todo el mundo este resurgimiento se recuerda con el lema Ite inflamate omnia, que apunta a llevar
la luz de Cristo a todos los sitios y personas.
Así lo explicaban los jesuitas en 2008 : "Cuentan las crónicas que, cuando San
Ignacio envió a San Francisco Javier al Oriente, le dijo:
“Id, inflamad todas las
cosas”
Con el nacimiento de la Compañía de
Jesús, un fuego nuevo se encendió en un mundo en transformación. Se inició una forma
novedosa de vida religiosa, no por industria humana sino como una iniciativa
divina. El fuego que entonces se prendió continúa ardiendo hoy en nuestra vida
de jesuitas, ‘un fuego que enciende otros
fuegos’, como se dice sobre San Alberto Hurtado. Con ese fuego, somos
llamados a inflamar todas las cosas con el amor de Dios (cf. Lc 12,49)"
(Congregación General 35, decreto 2, n° 25).
En español añadimos: "Contagiad
la vida", esto es, comunicad y transmitid la vida recibida para que ella
engendre más vida a su alrededor. Así, los más de 1.200 jesuitas en España en 2014 se organizan de nuevo, simplificando sus
estructuras, seleccionando sus lugares de presencia, trabajando unidos a otras
personas en los terrenos donde esa luz y amor de Dios se desea que llegue. Y
que de este modo alcance y permanezca con los hombres y mujeres que más lo
necesiten.
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