Traducir

Buscar este blog

sábado, 11 de octubre de 2025

FIESTA DE Nª Sª DEL PILAR (12 de octubre)

 

Primera Lectura: 1 Cro 15, 3-4.15-16; 16, 1-2
Salmo Responsorial: Salmo 26
Evangelio: Lc 11, 27-28

 

Tradición

En la leyenda de la venida de la Virgen a Zaragoza “en carne mortal” se trata de una piadosa tradición, según la cual, el apóstol Santiago el Mayor se encontraba en Cesaraugusta, a las orillas del río Ebro, junto a un pequeño grupo de conversos que habían escuchado y creído su predicación. Pero los cesaraugustanos resultaban bastante duros de oído y de corazón, y el apóstol se dio cuenta de que sus fuerzas flaqueaban, y comenzaba a preguntarse si tenía algún sentido seguir predicando el mensaje de Jesús en aquella tierra. Cuando su flaqueza, por el desánimo, le hacía perder su entereza, vio a María, la madre de Jesús, en una gloriosa aparición, rodeada de ángeles que, desde Jerusalén (ella aún no había muerto), que venía para confortarle y renovar sus ánimos.

La Santísima Virgen entregó a Santiago el Pilar, la Columna de jaspe que hoy sostiene la imagen de María, como símbolo de la fortaleza que debía tener su fe. Esto sucedía en la madrugada del día dos de enero del año cuarenta del siglo primero. María conversó con Santiago y le encargó de que fuera levantado un templo en su honor, en ese mismo lugar.

Hasta aquí la tradición.

Actualidad

Si María ha sido grande en la memoria histórica de nuestros pueblos de España y de América, es precisamente, porque Dios, en la persona de Jesús, fue especialmente acogido en estos lugares. ¿Podemos seguir diciendo esto actualmente, que acogemos con devoción al Señor entre nosotros?

La Virgen del Pilar, entre otros muchos sentimientos, evoca la fortaleza de la fe. Aclamar a María, como patrona nos tiene que interpelar en lo más hondo de nuestro ser sobre cómo vivimos nuestra vida de cristianos. El culto a María, no se puede quedar en la belleza estética de un rosario o de una corona enjoyada, en el esplendor de un manto o de un templo levantado en su honor. Eso, aparte de ser expresión de la devoción de un pueblo, sería incompleto si no nos llevase a seguir con todas las consecuencias a Cristo Jesús, a quien María nos trae entre sus brazos.

Conforme a la tradición, la figura de la Virgen del Pilar está asociada a los inicios de la evangelización en España. De nuevo, hoy más que nunca, necesitamos de su estímulo e intercesión para construir nuevos cimientos de fe en las generaciones nuevas, que conviven junto a nosotros sin conocer todavía a Jesús de Nazaret o, si lo conocen, es muy débilmente o con muchas dificultades.

sábado, 4 de octubre de 2025

DOMINGO 27º DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo C)

Luz para mis pasos... (Sal 118, 105)
  
Primera Lectura: Hab 1, 2-3; 2,2-14
Salmo Responsorial: Salmo 94
Segunda Lectura: 2 Tim 1, 6-8.13-14
Evangelio: Lc 17, 5-10

Vivimos tiempos difíciles, y todos lo vemos.

La crisis económica, social y política parece no dar tregua, y las perspectivas se muestran confusas y preocupantes. Muchas personas sienten que no tienen certezas de futuro, aun siendo trabajadoras y de gran calidad humana. Algunos jóvenes, recién titulados, afrontan la burla de prácticas interminables y contratos precarios, si es que llegan a tenerlos. También muchos padres se sienten desalentados al ver la resignación de sus hijos.

El clima político, con sus insultos y corrupciones, tampoco ayuda a recuperar la confianza. Y en el plano internacional nos sacuden guerras que parecen interminables: la guerra rusa contra Ucrania o la atroz y sanguinaria invasión de Gaza por parte de Israel. Son conflictos que amenazan a todos y ensombrecen la esperanza.

Tampoco en la Iglesia es sencillo. Muchos creyentes se sienten arrinconados socialmente, sosteniéndose sólo en lo esencial de la fe. Ciertamente no ayuda la escalada islamista que ha favorecido a quienes quieren identificar la fe con el fanatismo, ya sea cristiano o musulmán. Con frecuencia los medios presentan noticias dolorosas de escándalos en la vida eclesial. Y así, sin hacer mucho ruido, se va introduciendo la falaz idea de que cualquier tipo de fe se convierte en radicalismo y de que toda institución, especialmente la Iglesia católica, existe para que algunas personas conserven sus privilegios.  Así se va instalando en la sociedad un moralismo duro que sustituye a la sobria moral del Evangelio.

Sin embargo, la ausencia de Dios en la vida diaria no nos deja más libres, sino que nos deja sin la posibilidad de creer en nada. Por eso, hoy como ayer, la Iglesia está llamada a hablar de Cristo con serenidad, sin levantar empalizadas, y sin hablar el mismo lenguaje o usar la misma moneda de enfrentamientos que usa nuestro mundo disparatado.

Y confiando en que el Señor nunca abandona a la Iglesia, aun cuando los cristianos, con nuestras debilidades, hayamos minado su credibilidad.

Ante esta situación, la oración de los apóstoles se convierte en la nuestra: “Señor, auméntanos la fe” (Lc 17,5).

 Habacuc: la fe en tiempos de oscuridad

El profeta Habacuc conoció bien la desesperación de un pueblo pequeño rodeado de gigantes. Israel sufría invasiones, injusticias y violencia. Frente al avance de los caldeos, Habacuc clama: ¿dónde está Dios cuando triunfa el mal?