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viernes, 10 de enero de 2014

200 AÑOS DE LA RESTAURACIÓN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

1814-2014

El 7 de agosto de 2014 se cumplirán 200 años de la Restauración de la Compañía de Jesús. La historia es la siguiente:

Durante la segunda mitad del siglo XVIII los jesuitas de varios países europeos son acosados en su vida y trabajo, hasta el punto de ser expulsados de sus tierras. Entre otros sitios, de Portugal en 1759, de Francia en 1764 y de España en 1767. De nuestro país y sus colonias son en total unos 5.000.
¿Motivos? Aunque no se aducen causas formales, en España el rey Carlos III justifica esta medida para tener paz en sus territorios. Se les critica y acusa de obedecer a una autoridad extranjera -Roma-.

O de defender ciertas doctrinas morales y pastorales que afectan al comportamiento de los ciudadanos y a la política, de instigar al pueblo contra los reyes, de oponerse al Tratado de Límites, de fundar estados independientes en América -como las Reducciones del Paraguay-, de enriquecerse con el comercio de las Indias o de ostentar demasiado poder y prepotencia gracias a sus colegios y otros medios de influencia social y política. Pero, aun así, ellos no llegan a prever las consecuencias de estas amenazas que estaban en el ambiente antes de ser desterrados.

El caso es que, al ser suprimidos en España, y expulsados de ella, pierden todos sus bienes.

Cada uno pasa a recibir una mínima pensión del Estado. Desde varios puertos de España y de América, embarcan hacia el Mediterráneo en las que serán durante un año y medio sus "residencias flotantes"..., porque, con frecuencia, a sus naves se les impedía tomar tierra, dados los conflictos políticos entre los países e incluso con el mismo papado y los Estados Pontificios. No todos los jesuitas sobreviven a la travesía. Uno de los más activos será considerado santo más tarde por la Iglesia: José Pignatelli (Zaragoza, 1737 - Roma, 1811). Fue un gran consuelo y ayuda para los demás, asumiendo muchas responsabilidades y decisiones del viaje, exilio, supervivencia y preparación de la restauración definitiva. Apoyó en lo que pudo el estudio, la formación y la dedicación a la investigación y a la cultura de sus compañeros.

Más duro todavía para la Compañía de Jesús fue ser suprimida en 1773 por el papa Clemente XIV, cediendo a las presiones de las potencias católicas y de algunos obispos. Hasta ese año, en el mundo había unos 23,000 jesuitas, dirigiendo unos 700 colegios. Pero la Compañía no desapareció del todo. En una parte de la Europa oriental, paradójicamente, dos gobernantes no católicos, Federico II de Prusia y la zarina Catalina II de Rusia, se negaron a prescindir de la formación que los jesuitas impartían en sus tierras. Pudieron seguir trabajando durante varios años con total libertad. Incluso otros jesuitas llegan hasta allá desde lugares donde habían sido suprimidos. En 1800 eran 214.

Pasarán más de 40 años hasta que el papa Pío VII restaure la Compañía el 7 de agosto de 1814. Entonces quedaban 150 jesuitas en Roma y unos 600 en el resto del mundo. Este acontecimiento supone su vuelta, reaparición, resurgimiento, renacimiento, resurrección... En 1820 ya serán unos 1.300 jesuitas en todo el mundo (de ellos, unos 480 estudiantes), y 400 en España.

En nuestro país, muchas ciudades reclaman su vuelta, deseosas de que contribuyan, por ejemplo, a mejorar la enseñanza. Lo harán definitivamente 120 jesuitas a partir del 29 de mayo de 1815 con el rey Fernando VII, quien critica entonces las "calumnias, ridiculeces y chismes para desacreditar a la Compañía de Jesús, disolverla y perseguir a sus inocentes individuos".

HOY, 200 AÑOS DESPUÉS los jesuitas deseamos “aprender de las luces y sombras de nuestro pasado con el fin de percibir con mayor claridad y entregarnos con más generosidad a lo que el Señor pide de nosotros en el momento presente” (Adolfo Nicolás, Superior General de la Compañía de Jesús). En todo el mundo este resurgimiento se recuerda con el lema Ite inflamate omnia, que apunta a llevar la luz de Cristo a todos los sitios y personas. 

Así lo explicaban los jesuitas en 2008 : "Cuentan las crónicas que, cuando San Ignacio envió a San Francisco Javier al Oriente, le dijo:

“Id, inflamad todas las cosas”

Con el nacimiento de la Compañía de Jesús, un fuego nuevo se encendió en un mundo en transformación. Se inició una forma novedosa de vida religiosa, no por industria humana sino como una iniciativa divina. El fuego que entonces se prendió continúa ardiendo hoy en nuestra vida de jesuitas, ‘un fuego que enciende otros fuegos’, como se dice sobre San Alberto Hurtado. Con ese fuego, somos llamados a inflamar todas las cosas con el amor de Dios (cf. Lc 12,49)" (Congregación General 35, decreto 2, n° 25).

En español añadimos: "Contagiad la vida", esto es, comunicad y transmitid la vida recibida para que ella engendre más vida a su alrededor. Así, los más de 1.200 jesuitas en España en 2014 se organizan de nuevo, simplificando sus estructuras, seleccionando sus lugares de presencia, trabajando unidos a otras personas en los terrenos donde esa luz y amor de Dios se desea que llegue. Y que de este modo alcance y permanezca con los hombres y mujeres que más lo necesiten.


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