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domingo, 14 de abril de 2013

Anuario S.J. 2011 - UN CIENTÍFICO DESCONOCIDO P. JOSÉ ROGELIO BOŠKOVIĆ (1711-1787)





Hace trescientos años nació en Dubrovnik, Croacia, un gran hombre de ciencia, el Padre Bošković. Entrado en la Compañía de Jesús continuó llevó a cabo investigaciones en numerosos campos, afirmándose como una personalidad querida y estimada en todo el mundo.
 
Es ya bien conocido que San Ignacio de Loyola, entre otras cosas, dio gran importancia al empeño científico de los miembros de la Compañía. Y así encontramos a muchos sus seguidores ocupados en este sector. Entre éstos creemos que es oportuno dar relieve al jesuita croata del siglo XVIII P. José Rogelio Bošković, del que este año se cumplen 300 años de su nacimiento. 

            Bošković es para muchos un personaje más bien desconocido. Muchos no saben que él es justamente uno de los más grandes intelectuales del “Settecento”, porque con sus éxitos en el campo de las ciencias - matemáticas, física, astronomía, hidrografía, arquitectura y filosofía – alcanzó una fama mundial. Atravesando casi toda Europa, Bošković ha dejado huella en muchos países, dónde por sus referencias científicas fue honrado sea como socio correspondiente sea como miembro de las Academias de las Ciencias de París, Bolonia, Londres y hasta de San Petersburgo.
   
            José Rogelio Bošković nació en Dubrovnik (Croacia) el 18 de mayo de 1711, séptimo de nueve hijos, de Paula Bettera y Nicolás Bošković, comerciante procedente de Herzegovina oriental. Una estimada y devota familia urbana. Cuatro de sus hijos eligieron la vocación religiosa: María se hizo dominica, Ignacio dominico, Bartolo (Baro) y José Rogelio ingresó en la Compañía de Jesús. Los otros hijos también tuvieron un papel importante en la historia de la cultura croata. Pedro, por ejemplo, fue un conocido literato y traductor, y Anica pertenece al círculo de los primeros grandes nombres femeninos en la literatura croata.
  
            Rogelio vivió los primeros años en su ciudad natal, dónde empezó a frecuentar la escuela en el “Colegio Ragusiano”, abierto por los jesuitas en 1684 y dirigido por ellos hasta la supresión de la Orden en el 1773. Decidió después entrar en la Compañía de Jesús. Dados sus talentos intelectuales y morales, notados por los jesuitas de Ragusa (Dubrovnik), fue enviado al Noviciado de Roma subrayando que Rogelio era un "joven de grandes promesas".
 
            Después del noviciado continuó los estudios en el "Colegio Romano". Inicialmente se dedica a la filosofía, que en aquella época incluía matemáticas, física y astronomía; allí conoció el pensamiento de Newton y se entusiasmó con él. Durante los estudios mostró un especial interés por la ciencia griega antigua. Estudió profundamente las teorías de Euclides y luego las de Galileo, Descartes, Newton y Leibniz. Desde 1733 Bošković enseñó gramática, llegando a ser, en 1740, profesor público de matemáticas” en el estudio de filosofía del “Colegio Romano”. Ordenado sacerdote en 1740, el 5 noviembre del mismo año celebró la primera misa en el altar de San Luis, en la iglesia de San Ignacio, en Roma. 
Ya en el 1736 Bošković había publicado su primer libro “De maculis solaribus”. En los 50 años de su trabajo científico escribió más que 70 libros referidos a varios campos científicos: matemáticas, astronomía, física, geodesia, meteorología, arquitectura, arqueología, literatura, filosofía y también diplomacia. Su talento se reveló particularmente brillante en la matemática teórica y sobre todo en la geometría, como demuestra su obra en tres volúmenes “Elementa universae matheseos” (1752-1754). En esta obra, escrita para los estudiantes, presenta la teoría de los puntos de intersección y la transformación de los lugares geométricos. Bošković usó el conocimiento de la matemática (geometría) en la práctica, particularmente para encontrar soluciones técnicas. Con su peritación sobre las grietas en la cúpula de la Basílica de S. Pedro de Roma, en el 1742, comenzó un nueva era en afrontar el examen de la estabilidad de los edificios. Además buscó soluciones a los problemas de otros tantos edificios, por ejemplo el de la Biblioteca Cesárea en Viena, el de la iglesia de Santa Genoveva de Paris, etc.
 
            En el período de 1752 a 1781 Bošković ejecutó varios peritajes sobre ríos, pantanos, acueductos y fuentes. El primero fue realizado por orden del Papa Benedicto XIV, a principios de 1752, en la parte navegable del Tíber. En todo caso el más famoso fue su propuesta de cavar un canal para impedir que el río Arno inundase la zona de Lucca, en Toscana. Con la misma eficacia hizo las peritaciones de cinco puertos italianos: Fiumicino, Terracina, Magnavacca, Rimini y Savona.

            El año 1764 Bošković llega a ser profesor de matemáticas en a la renovada Universidad de Pavía. En el documento de invitación se lee que Bošković es “de intelecto perspicaz con maravillosa capacidad de razonamiento y comprensión, además de sagacidad en la explicación”. Hacia la mitad de mayo de 1760 Bošković fue a Inglaterra, dónde fue elegido miembro de la Royal Society, a petición de los astrónomos ingleses Bredly y Maskelyne. Sucesivamente fue invitado a Milán, dónde el gobernador austríaco de la ciudad, el conde Firmian, instituyó la cátedra de óptica y astronomía. Conforme a su diseño se construyó el observatorio de Brera y justo allí Bošković desarrolló un enorme trabajo teórico, pero sobre todo práctico, en el campo de la astronomía. En el campo de la óptica Bošković trabajó también en París, dónde demostró una grande y eficaz capacidad en la construcción de instrumentos ópticos, astronómicos y de geodesia, el reloj de péndulo, los nuevos prismáticos, etc. Por esto consiguió la ciudadanía francesa. Conoció y colaboró con muchos astrónomos y matemáticos parisinos que lo estimaron mucho, en particular Lalande, La Condamine, Messier y Clairaut. 

            De las numerosas obras de Bošković la más notoria y voluminosa (con dos ediciones: Viena 1758 y Venecia 1763), es ciertamente “Philosophiae naturalis redacta a unicam legem virium en naturae existentium”, dónde presenta, de modo completamente original, su sistema de filosofía natural. Ante todo se trata de la teoría de las fuerzas (theoria virium), que explica la estructura de la materia y los fenómenos naturales conocidos hasta el momento. Partiendo de la analogía y de la sencillez de la naturaleza como su punto de partida filosófico natural, Bošković demuestra que la ley de la continuidad (lex continuitatis) vale tanto para la naturaleza como para la geometría (en la naturaleza nada procede a saltos!), y forma una curva continua de fuerzas (vires), llamada con propiedad curva de Bošković, que describe la acción de la gravitación de Newton en las grandísimas distancias; en las pequeñas distancias explica los términos de la cohesión y fermentación, mientras en aquellas aún más pequeñas describe la acción de las fuerzas de repulsión. Bošković concluye que la materia está compuesta por puntos indivisibles y no ensanchables que interaccionan por fuerzas separadas entre sí con una cierta distancia. La física contemporánea con sus revelaciones sobre el microcosmos y el ultramicrocosmos confirma y demuestra que Bošković, con su teoría de la filosofía natural, iba muy por delante de su tiempo en el camino que conducía desde la síntesis dinámica del universo de Newton hasta la teoría de la relatividad de Einstein y, con su teoría del campo físico único, también al experimento de la síntesis del microcosmos.

            Distanciándose de la teoría tradicional materialista corpuscular, Bošković ofreció una explicación dinámico-atómica de la naturaleza cuya exactitud demostrará el desarrollo de la física cuántica. El descubrimiento del confinamiento de los quark en 1963 confirma la hipótesis de Bošković del gran número de campos repulsivos y partículas de estructuras diferentes (hoy llamadas quark o antiquark, nucleones, núcleos atómicos, átomos, moléculas,...). Bošković fue el primero que con su teoría llegó a conclusiones todavía válidas (al menos en lo que concierne a la calidad). Damos tres ejemplos de ello.

             Primero: las esferas (fuerzas) que mantienen "el mundo junto” y que hoy llamamos fuerzas nucleares o atómicas, son las uniones que definen las celdas fundamentales en cualquier modo de materia sólida, compacta y líquida. Estas esferas en las grandes distancias se atraen y rechazan recíprocamente, determinando las posiciones meta (estables) de las micropartículas, o sea de los átomos, en las moléculas, en los cuerpos, en los líquidos, etc.

             Segundo: es importante el orden geométrico (estructura) en las celdas primordiales y no sólo de las especies (por ejemplo, grafito, diamante y otros carbonos que tienen aspectos, colores, compactabilidad diferente... porque los átomos en ellos se diversifican en el orden).

            Tercero: indagando el microcosmos, la comprensión humana se pierde y a veces es hasta contraproducente. El progreso algunas veces tiene que ser alcanzado con la pérdida de la evidencia. Un ejemplo es la filosofía de la naturaleza de Bošković; en efecto, en su teoría de los puntos, los puntos matemáticos son descritos cómo inconmensurablemente pequeños. A pesar de eso ellos tienen masa y sucumben a la inercia y a la gravitación.

            Cómo bien San Ignacio había intuido en su tiempo que se tiene que estudiar si nos queremos consagrar al apostolado, así también en la época de la Ilustración, marcada por la glorificación del intelecto y de la ciencia, Bošković intuyó que incluso en ella hace falta presentar a Dios sobre las alas de la ciencia. Bošković fue el gran científico y creyente profundo, formado en la tradición de la espiritualidad ignaciana, que indicó la unión entre ciencia y fe. Sobre esta relación escribe al final de su libro “Philosophiae naturalis redacta a unicam legem virium en naturae existentium”: “queda todavía por subrayar que nadie que esté sano de mente puede poner en duda que Aquel, que en la creación de la naturaleza muestra tanta previsión y tanta beneficencia por nosotros, eligiéndonos y preocupándose de nuestras necesidades e intereses, haya querido manifestarse en la Revelación, para que lo podamos conocer, honrar y amar mejor. Y todo ello porque nuestra mente es tan limitada que difícilmente es capaz de percibir algo por sí sola. Cuando hemos llegado a este punto, será fácil entender, entre tantas absurdas y totalmente erradas interpretaciones de las revelaciones, cuál sea la verdadera. Sin embargo, ella supera el cuadro de la filosofía natural, que he interpretado en esta obra y de la que he recogido estos grandísimos e importantes frutos” ( n. 558).
 
            Bošković, el gran matemático, físico, astrónomo, hidrógrafo, geodesta, óptico y filósofo - un enciclopédico “sui generis” - murió el 13 de febrero de 1787 en Milán y fue enterrado modestamente en una iglesia milanesa. Un cráter sobre la luna lleva su nombre, como también el Instituto de Investigación de Física Atómica en Zagreb. 
 
Iván Koprek, S.J
Traducción: Juan Ignacio García Velasco, S.J.

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