Hace trescientos años nació en Dubrovnik, Croacia, un gran
hombre de ciencia, el Padre Bošković. Entrado en la Compañía de Jesús continuó llevó
a cabo investigaciones en numerosos campos, afirmándose como una personalidad
querida y estimada en todo el mundo.
Es ya bien conocido que San Ignacio
de Loyola, entre otras cosas, dio gran importancia al empeño científico de los
miembros de la Compañía. Y así encontramos a muchos sus seguidores ocupados en
este sector. Entre éstos creemos que es oportuno dar relieve al jesuita croata
del siglo XVIII P. José Rogelio Bošković, del que este año se cumplen 300 años
de su nacimiento.
Bošković es para muchos un personaje
más bien desconocido. Muchos no saben que él es justamente uno de los más
grandes intelectuales del “Settecento”, porque con sus éxitos en el campo de
las ciencias - matemáticas, física, astronomía, hidrografía, arquitectura y
filosofía – alcanzó una fama mundial. Atravesando casi toda Europa, Bošković ha
dejado huella en muchos países, dónde por sus referencias científicas fue
honrado sea como socio correspondiente sea como miembro de las Academias de las
Ciencias de París, Bolonia, Londres y hasta de San Petersburgo.
José Rogelio Bošković nació en Dubrovnik
(Croacia) el 18 de mayo de 1711, séptimo de nueve hijos, de Paula Bettera y
Nicolás Bošković, comerciante procedente de Herzegovina oriental. Una estimada
y devota familia urbana. Cuatro de sus hijos eligieron la vocación religiosa:
María se hizo dominica, Ignacio dominico, Bartolo (Baro) y José Rogelio ingresó
en la Compañía de Jesús. Los otros hijos también tuvieron un papel importante
en la historia de la cultura croata. Pedro, por ejemplo, fue un conocido literato
y traductor, y Anica pertenece al círculo de los primeros grandes nombres
femeninos en la literatura croata.
Rogelio vivió los primeros años en su
ciudad natal, dónde empezó a frecuentar la escuela en el “Colegio Ragusiano”,
abierto por los jesuitas en 1684 y dirigido por ellos hasta la supresión de la Orden
en el 1773. Decidió después entrar en la Compañía de Jesús. Dados sus talentos
intelectuales y morales, notados por los jesuitas de Ragusa (Dubrovnik), fue enviado
al Noviciado de Roma subrayando que Rogelio era un "joven de grandes
promesas".
Después del noviciado continuó los
estudios en el "Colegio Romano". Inicialmente se dedica a la
filosofía, que en aquella época incluía matemáticas, física y astronomía; allí conoció
el pensamiento de Newton y se entusiasmó con él. Durante los estudios mostró un
especial interés por la ciencia griega antigua. Estudió profundamente las teorías
de Euclides y luego las de Galileo, Descartes, Newton y Leibniz. Desde 1733
Bošković enseñó gramática, llegando a ser, en 1740, profesor público de
matemáticas” en el estudio de filosofía del “Colegio Romano”. Ordenado sacerdote
en 1740, el 5 noviembre del mismo año celebró la primera misa en el altar de
San Luis, en la iglesia de San Ignacio, en Roma.
Ya
en el 1736 Bošković había publicado su primer libro “De maculis solaribus”. En los 50 años de su trabajo científico escribió
más que 70 libros referidos a varios campos científicos: matemáticas,
astronomía, física, geodesia, meteorología, arquitectura, arqueología,
literatura, filosofía y también diplomacia. Su talento se reveló
particularmente brillante en la matemática teórica y sobre todo en la
geometría, como demuestra su obra en tres volúmenes “Elementa universae matheseos” (1752-1754). En esta obra, escrita
para los estudiantes, presenta la teoría de los puntos de intersección y la
transformación de los lugares geométricos. Bošković usó el conocimiento de la
matemática (geometría) en la práctica, particularmente para encontrar
soluciones técnicas. Con su peritación sobre las grietas en la cúpula de la
Basílica de S. Pedro de Roma, en el 1742, comenzó un nueva era en afrontar el
examen de la estabilidad de los edificios. Además buscó soluciones a los
problemas de otros tantos edificios, por ejemplo el de la Biblioteca Cesárea en
Viena, el de la iglesia de Santa Genoveva de Paris, etc.
En el período de 1752 a 1781 Bošković
ejecutó varios peritajes sobre ríos, pantanos, acueductos y fuentes. El primero
fue realizado por orden del Papa Benedicto XIV, a principios de 1752, en la
parte navegable del Tíber. En todo caso el más famoso fue su propuesta de cavar
un canal para impedir que el río Arno inundase la zona de Lucca, en Toscana.
Con la misma eficacia hizo las peritaciones de cinco puertos italianos:
Fiumicino, Terracina, Magnavacca, Rimini y Savona.
El año 1764 Bošković llega a ser profesor
de matemáticas en a la renovada Universidad de Pavía. En el documento de
invitación se lee que Bošković es “de intelecto perspicaz con maravillosa
capacidad de razonamiento y comprensión, además de sagacidad en la explicación”.
Hacia la mitad de mayo de 1760 Bošković fue a Inglaterra, dónde fue elegido
miembro de la Royal Society, a petición
de los astrónomos ingleses Bredly y Maskelyne. Sucesivamente fue invitado a
Milán, dónde el gobernador austríaco de la ciudad, el conde Firmian, instituyó
la cátedra de óptica y astronomía. Conforme a su diseño se construyó el
observatorio de Brera y justo allí Bošković desarrolló un enorme trabajo
teórico, pero sobre todo práctico, en el campo de la astronomía. En el campo de
la óptica Bošković trabajó también en París, dónde demostró una grande y eficaz
capacidad en la construcción de instrumentos ópticos, astronómicos y de
geodesia, el reloj de péndulo, los nuevos prismáticos, etc. Por esto consiguió
la ciudadanía francesa. Conoció y colaboró con muchos astrónomos y matemáticos parisinos
que lo estimaron mucho, en particular Lalande, La Condamine, Messier y Clairaut.
De las numerosas obras de Bošković
la más notoria y voluminosa (con dos ediciones: Viena 1758 y Venecia 1763), es
ciertamente “Philosophiae naturalis
redacta a unicam legem virium en naturae existentium”, dónde presenta, de
modo completamente original, su sistema de filosofía natural. Ante todo se
trata de la teoría de las fuerzas (theoria
virium), que explica la estructura de la materia y los fenómenos naturales
conocidos hasta el momento. Partiendo de la analogía y de la sencillez de la
naturaleza como su punto de partida filosófico natural, Bošković demuestra que
la ley de la continuidad (lex
continuitatis) vale tanto para la naturaleza como para la geometría (en la
naturaleza nada procede a saltos!), y forma una curva continua de fuerzas (vires), llamada con propiedad curva de Bošković,
que describe la acción de la gravitación de Newton en las grandísimas
distancias; en las pequeñas distancias explica los términos de la cohesión y fermentación,
mientras en aquellas aún más pequeñas describe la acción de las fuerzas de
repulsión. Bošković concluye que la materia está compuesta por puntos
indivisibles y no ensanchables que interaccionan por fuerzas separadas entre sí
con una cierta distancia. La física contemporánea con sus revelaciones sobre el
microcosmos y el ultramicrocosmos confirma y demuestra que Bošković, con su teoría
de la filosofía natural, iba muy por delante de su tiempo en el camino que
conducía desde la síntesis dinámica del universo de Newton hasta la teoría de
la relatividad de Einstein y, con su teoría del campo físico único, también al
experimento de la síntesis del microcosmos.
Distanciándose de la teoría
tradicional materialista corpuscular, Bošković ofreció una explicación dinámico-atómica
de la naturaleza cuya exactitud demostrará el desarrollo de la física cuántica.
El descubrimiento del confinamiento de los quark en 1963 confirma la hipótesis
de Bošković del gran número de campos repulsivos y partículas de estructuras diferentes
(hoy llamadas quark o antiquark, nucleones, núcleos atómicos, átomos,
moléculas,...). Bošković fue el primero que con su teoría llegó a conclusiones
todavía válidas (al menos en lo que concierne a la calidad). Damos tres
ejemplos de ello.
Primero: las esferas (fuerzas) que mantienen "el
mundo junto” y que hoy llamamos fuerzas nucleares o atómicas, son las uniones
que definen las celdas fundamentales en cualquier modo de materia sólida,
compacta y líquida. Estas esferas en las grandes distancias se atraen y
rechazan recíprocamente, determinando las posiciones meta (estables) de las
micropartículas, o sea de los átomos, en las moléculas, en los cuerpos, en los
líquidos, etc.
Segundo: es importante el orden geométrico
(estructura) en las celdas primordiales y no sólo de las especies (por ejemplo,
grafito, diamante y otros carbonos que tienen aspectos, colores,
compactabilidad diferente... porque los átomos en ellos se diversifican en el
orden).
Tercero: indagando el microcosmos,
la comprensión humana se pierde y a veces es hasta contraproducente. El
progreso algunas veces tiene que ser alcanzado con la pérdida de la evidencia.
Un ejemplo es la filosofía de la naturaleza de Bošković; en efecto, en su
teoría de los puntos, los puntos matemáticos son descritos cómo
inconmensurablemente pequeños. A pesar de eso ellos tienen masa y sucumben a la
inercia y a la gravitación.
Cómo bien San Ignacio había intuido
en su tiempo que se tiene que estudiar si nos queremos consagrar al apostolado,
así también en la época de la Ilustración, marcada por la glorificación del
intelecto y de la ciencia, Bošković intuyó que incluso en ella hace falta
presentar a Dios sobre las alas de la ciencia. Bošković fue el gran científico
y creyente profundo, formado en la tradición de la espiritualidad ignaciana,
que indicó la unión entre ciencia y fe. Sobre esta relación escribe al final de
su libro “Philosophiae naturalis redacta
a unicam legem virium en naturae existentium”: “queda todavía por subrayar
que nadie que esté sano de mente puede poner en duda que Aquel, que en la
creación de la naturaleza muestra tanta previsión y tanta beneficencia por nosotros,
eligiéndonos y preocupándose de nuestras necesidades e intereses, haya querido
manifestarse en la Revelación, para que lo podamos conocer, honrar y amar mejor.
Y todo ello porque nuestra mente es tan limitada que difícilmente es capaz de
percibir algo por sí sola. Cuando hemos llegado a este punto, será fácil
entender, entre tantas absurdas y totalmente erradas interpretaciones de las
revelaciones, cuál sea la verdadera. Sin embargo, ella supera el cuadro de la
filosofía natural, que he interpretado en esta obra y de la que he recogido
estos grandísimos e importantes frutos” ( n. 558).
Bošković, el gran matemático,
físico, astrónomo, hidrógrafo, geodesta, óptico y filósofo - un enciclopédico “sui generis” - murió el 13 de febrero
de 1787 en Milán y fue enterrado modestamente en una iglesia milanesa. Un
cráter sobre la luna lleva su nombre, como también el Instituto de
Investigación de Física Atómica en Zagreb.
Iván Koprek, S.J
Traducción: Juan Ignacio García Velasco, S.J.
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