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domingo, 27 de octubre de 2013

DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo C)


Primera lectura: Eclo. 35, 12-14.16-18
Salmo responsorial: Salmo 33
Segunda lectura: 2 Tim. 4,6-8.16-18
Evangelio: Lc. 18, 9-14
 
Sobrevivir en la fe, en estos frágiles tiempos, pide de nosotros una constancia y una determinación digna de un mártir. Los ritmos de la vida, los continuos tirones que nos alejan de la visión evangélica, en concreto un cada vez mayor y sutil desaliento, nos impide vivir con serenidad nuestro discipulado cristiano.  
Un cristiano adulto con familia, si logra desembarazarse de la organización de la vida cotidiana (trabajo, escuela, gastos…) difícilmente logra organizarse una vida interior que vaya más allá de la Misa dominical. Y eso cuando le encaja bien.  
Pero si no logramos cada día encontrar un espacio, aunque sea pequeño, de oración e interioridad, no lograremos conservar la fe. 
 
La oración cristiana 
La oración es una cuestión de fe: es creer que el Dios que invocamos no es una especie de sumo organizador del universo que, si lo corrompemos, hasta podría concedernos lo que le pedimos. Dios no es un poderoso al que tenemos que halagar, un juez corrupto al que tengamos que convencer, no es un subsecretario al que pedimos recomendaciones, sino un padre que sabe lo que necesitamos. 
Si nuestra oración fracasa -parece que nos dice Jesús- es por falta de insistencia.  O por falta de fe.  
Hoy, con la ácida parábola del publicano y el fariseo, se nos sugiere otra pista de reflexión. 

sábado, 26 de octubre de 2013

Declaración sobre Siria de los Provinciales jesuitas en Europa

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Los Provinciales jesuitas de Europa y Oriente Medio han aprobado una declaración sobre Siria en su reunión anual en Roma, celebrada del 17 al 23 octubre de 2013.

Nosotros, los Provinciales Jesuitas, como superiores mayores de Oriente Medio y de Europa, acogemos con calor las recientes palabras del Santo Padre sobre Siria. Con toda su fuerza, ha alertado a la opinión pública internacional sobre la tragedia de Siria y ha pedido “…a todas las partes en el conflicto que escuchen la voz de su conciencia y que no se cierren exclusivamente a sus propios intereses”. Con él, también nosotros declaramos que “jamás el uso de la violencia trajo como resultado la paz”, sino que el único camino hacia la paz es a través de una cultura de encuentro y de diálogo.

Migraciones y asilo hoy – “No podemos poner fronteras a nuestra preocupación”.

ataudesLos Provinciales jesuitas de Europa y Oriente Medio han aprobado una declaración sobre Migraciones y Asilo en su reunión anual en Roma, celebrada del 17 al 23 octubre de 2013. Esta declaración ha sido aprobada también por los Provinciales jesuitas de África y Madagascar.

Migraciones y asilo hoy – “No podemos poner fronteras a nuestra preocupación”. Roma, viernes 25 de octubre de 2013
Todos hemos visto, en las últimas semanas, el terrible sufrimiento causado a los inmigrantes y sus familias, de forma dramática en la reciente tragedia de Lampedusa. En los últimos veinte años, miles de personas han muerto en su intento de llegar a Europa. El Papa Francisco visitó Lampedusa y expresó su indignación y pesar por el sufrimiento desesperado de los inmigrantes. Los Provinciales jesuitas y los Superiores Mayores de Europa, Oriente Medio y África-Madagascar representamos a más de 6.000 jesuitas en dos continentes. Nos unimos al Papa en su preocupación por los migrantes, que corren enormes riesgos para encontrar una vida mejor y huir de situaciones que ponen en peligro su vida en sus países de origen. Hacemos esta declaración porque creemos que este es un momento de urgencia para nuestras sociedades frente a esta grave cuestión moral.

domingo, 20 de octubre de 2013

DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo C)


Primera lectura: Ex 17, 8-13a
Salmo Responsorial: Salmo 120
Segunda lectura: 2 Tim 3, 14-4, 2
Evangelio: Lc 18, 1-8
 
Los textos de hoy nos hablan de oración. A los cristianos nos gusta la oración, hablamos de ella, necesitamos de ella.    
Sentimos una fuerza extraordinaria que proviene de la meditación orante de la Palabra.  Pero tantas veces  rezamos mal y despistados, como en otras muchas cosas. No siempre logramos por la mañana levantarnos pronto para recortar al día diez minutos para la oración y,  por la tarde, a menudo el cansancio se impone a los buenos deseos de un momento de pausa al anochecer.
 Yo como sacerdote tengo la suerte inmensa de estar cada día en contacto con la Palabra y ese contacto frecuente con ella me ensancha el corazón.  
A veces, es pesado rezar. Amigas mías monjas de clausura que oran muchas horas al día por los demás,  me comentan con humor que, a veces, se cansan de rezar. ¡Parece un chiste!
Y es que convencer a alguien de la necesidad e importancia de la oración es imposible. Y, por otra parte, es igualmente imposible que quien haya descubierto el rostro de Dios en la oración, llegue a abandonarla.  
La oración es una experiencia única y personal, que se aprende a medida que se practica: los libros para enseñar a orar sólo sirven al que los escribe.

domingo, 13 de octubre de 2013

DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo C)


Primera lectura: 2 Reyes 5, 14-17
Salmo responsorial: Salmo 97
Segunda lectura: 2 Tim 2, 8-13
Evangelio: Lc 17, 11-19
 
Jesús está subiendo hacia Jerusalén, con el rostro endurecido, decidido a dar testimonio del Padre, cueste lo que cueste. Los apóstoles no saben que el Maestro ya intuye los derroteros de su misión y que esta sensación, en lugar de derribarlo, no hace más que motivarlo y empujarlo a la entrega total de sí. 
En el camino se hacen encontradizos  diez leprosos que gritan a distancia. 
La lepra es una enfermedad terrible y desoladora, que pudre el cuerpo, el espíritu y las relaciones humanas.
De los diez uno es extranjero, hostil, un samaritano; pero la enfermedad y el dolor igualan a las personas, sin distinciones de raza o religión o etnia. El sufrimiento es y permanece como la experiencia más común del vagar humano. 
Los leprosos gritan su dolor, su abandono, su lento e inexorable pudrimiento.
Éste es el cuadro que nos pinta el Evangelio de hoy. 
Jesús les dice que vayan a los sacerdotes para ser curados. A veces Jesús nos cura a plazos, nos pide ponernos en camino para ver los resultados. A veces Jesús, tan simpático, nos pide que vayamos a un cura para ser curados. 



martes, 8 de octubre de 2013

DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo C)


Primera lectura: Hab 1,2-3; 2, 2-4
Salmo Responsorial: Salmo 94
Segunda lectura: 2 Tim 1,6-8.13-14
Evangelio: Lc 17, 5-10
 
Vivimos tiempos difíciles, lo vemos todos. 
La crisis económica pega duro y casi no se ven perspectivas. No tenemos certezas sobre el futuro, aunque tengamos ganas y calidad para ello. Muchos no saben si habrán contribuido lo suficiente para recibir una jubilación. Algunos padres me cuentan, desalentados, la resignación de sus hijos neo-licenciados anclados en prácticas infinitas y contratos basura. 
Además el espectáculo desconcertante del mundo político de estos años no favorece la confianza. Más allá de vuestros gustos políticos, hace falta reconocer con amargura que se ha tocado fundo, en un remolino que va a peor y que ha olvidado los valores éticos, incluso de forma notoria cuando se trata de recoger consensos electorales. 
También en la Iglesia: a veces los creyentes tienen la impresión de estar puestos en un rincón, atacados en la esencia misma de la fe. Ciertamente no ha ayudado el 11 de septiembre y otros ataques terroristas en cuanto que se ha identificado la fe con el fanatismo. Así, subrepticiamente, se introduce la idea de que todas las creencias se conviertan en radicalismos, que cada institución, la Iglesia en primer lugar, existe para que algunas personas conserven sus privilegios. No hay un día en los periódicos que no salgan hechos que tienen como protagonistas a curas u obispos, en situaciones a veces dramáticas que hay que analizar con seriedad y serenidad, cierto, pero, más a menudo, en situaciones tratadas con un delirante moralismo que ha reemplazado la sobria moral que se desprende del Evangelio.